El ecoturismo se asocia a menudo con glampings, playas boscosas y fogatas junto a las tiendas de campaña. Pero todo esto, en realidad, daña la naturaleza, por lo que el término “eco” es cuestionable. Te cuento cómo vacaciona un verdadero ecoturista.
El verdadero ecoturismo no es estar en la naturaleza, sino hacerlo por la naturaleza. En esencia, es voluntariado para la conservación del medio ambiente y el apoyo a las regiones. Para muchas ubicaciones vulnerables, la mejor ayuda es no ir, sino, por ejemplo, invertir en la economía de la región.
La caridad también es una forma de ecoturismo.
Por desgracia, la comercialización se apropia rápidamente de las tendencias nobles. Hoy en día, ni siquiera hay un nombre adecuado para las vacaciones-voluntariado. “Ecológico”, “verde”, “natural” ya están ocupados por el turismo convencional fuera del sector residencial. Los científicos usan términos complejos: “ecológicamente responsable”, “adaptado a la naturaleza”, “con un impacto mínimo”.
En el ámbito anglosajón existe el mismo problema. Allí se inventaron soft tourism, gentle tourism – turismo suave, delicado.
Quizás sea adecuado hablar de turismo cuidadoso y responsable. La primera palabra aclara que casi no se interviene en la naturaleza, y la segunda indica el objetivo: el beneficio en primer lugar, el placer y cualquier beneficio personal en segundo lugar.
“Mito número uno: si duermes en una tienda de campaña, eres un ecoturista. En realidad, todo lo contrario: las fogatas fuera de los lugares habilitados, la vajilla desechable, la música de un altavoz dañan la naturaleza.
Un verdadero ecoturista preferirá ir a una jornada de limpieza que perturbar el frágil equilibrio del ecosistema.
Si quieres descansar de forma ecológica, elige rutas poco conocidas, no dejes basura, no hagas fogatas, apoya proyectos locales. No es difícil, simplemente el enfoque es diferente: no consumista, sino respetuoso”.
Cinco principios del turismo responsable
Algunas regiones y reservas pueden tener sus propias recomendaciones. Nosotros daremos unas generales, válidas para un descanso cuidadoso independientemente del objetivo y la ubicación.

#1. Visitar la naturaleza salvaje
Las rutas populares siempre suponen una alta carga para el medio ambiente. Incluso si los turistas se comportan de forma responsable, su presencia afecta a los animales salvajes, las aves y los insectos. La gente pisa la hierba, deja migajas y otros rastros de su actividad vital.
El ecosistema podrá sobrellevarlo, pero necesita tiempo. Elige lugares apartados para distribuir la carga.
#2. No causar daño
No talar árboles, no hacer fogatas, no pescar, no recoger setas y bayas… Es comprensible por qué hace treinta años no existía el turismo cuidadoso: en la época de las tiendas de campaña de lona y las latas de conserva, con tales premisas es difícil sobrevivir.
Hoy en día, las provisiones para una semana caben en una mochila urbana. Preparar una sopa instantánea de quinua, abrir una barrita energética de postre: así es como se ve el almuerzo de un turista responsable (las envolturas, por supuesto, se guardan de nuevo en la mochila).
Una pregunta frecuente: ¿por qué no se pueden quemar los árboles secos y caídos? Desde el punto de vista de la biología, no existe la madera muerta: allí viven insectos, maduran sus larvas, crecen musgos. La muerte y la descomposición de los árboles es un proceso natural.
Lo mismo ocurre con las bayas y las setas: incluso si los animales y las aves no se las comen, para el ecosistema es más natural procesarlo todo por sí mismo.
#3. Conservar los recursos
No dañar la naturaleza es la mitad del trabajo. Hay que hacer algo útil, por ejemplo, recoger la basura. Consulta con las autoridades locales qué se puede hacer. A lo mejor necesitan sobre todo dinero para sobrevivir o manos para montar un stand en una exposición ecológica. Esto también es una contribución.
La iniciativa solo perjudica: así, los viajeros inexpertos a veces alimentan a las aves con pan o sueltan en el bosque a los polluelos que han criado en casa. No saben que les están perjudicando a ellos y al ecosistema en general, interviniendo en la selección natural.
Retirar la basura de otros no es tan agradable como relajarse en un spa. Pero sin duda es más noble.
#4. Participar en la educación
Habla de tu experiencia en las redes sociales, inicia una recaudación de fondos, muestra los problemas, las soluciones. Esto también es útil en las rutas populares. Tal vez, gracias a esta publicación, alguno de mis lectores elija una ubicación menos popular o se inscriba como voluntario.
El descanso “responsable” no encaja en la estética de las mantas, los sillones-capullos y otros atributos del ecoturismo masivo. Pero enseña a ver la belleza en lo real.
“El turismo responsable no vende experiencias, sino que ofrece una experiencia de participación. A veces en silencio. A menudo invisible para las noticias.
Empieza por lo sencillo: no hagas ruido, no hagas fogatas sin necesidad, ve a lugares tranquilos. Lleva una bolsa para la basura (también la de los demás). Mira sin tocar. Ayuda sin molestar”.
#5. Apoyar la cultura y la economía local
Paga a un guía local, alójate en un hotel de un eco-centro, alquila bicicletas, compra recuerdos. Elige actividades respetuosas.
Así, visitar un festival tras el cual queden montañas de basura y un campo pisoteado es una ayuda dudosa. Comprar una entrada para una conferencia ya es más útil.
El turismo responsable se fusiona con el sostenible, dirigido al desarrollo de la localidad. Una localidad sostenible obtiene ingresos del turismo, pero no en detrimento de la ecología y la economía. No es necesario recordar los términos, pero no olvides que si no puedes ayudar directamente a la naturaleza, apoya la economía de la región.
Tipos y direcciones
El turismo responsable es más amplio que las salidas a la naturaleza. Abarca todo lo que necesita ayuda: educación, cultura, bienestar de las personas. Qué puedes hacer:
Aprender
Estudiar animales y aves raras, contar plantas en peligro de extinción, buscar fósiles, medir la pureza del aire y del agua.
Una opción para futuros científicos y románticos. Busca expediciones de universidades e institutos de investigación.
Observar
Ver vicuñas en las pampas de Ayacucho, admirar las cataratas cristalinas de la selva central, contemplar el vuelo de los cóndores en el Cañón del Colca… Estas experiencias se recuerdan durante mucho tiempo.
El mundo es más interesante, y las sensaciones más agudas, cuando se observa algo asombroso con los propios ojos, y no en un monitor.
Elige una reserva natural o un refugio de vida silvestre, alójate en una casa de huéspedes y contrata un guía: así financiarás la región. Prepárate para una excursión de varios días y ten paciencia.
Sumergirse en la cultura
Asentamientos perdidos, oficios y dialectos que están desapareciendo todavía existen, a menudo en regiones deprimidas.
Participa en festivales locales, compra recuerdos, conversa con los artesanos: los turistas son para ellos una importante, si no la única, fuente de ingresos.
Vivir en una granja
Quizás la forma menos extrema de turismo responsable. Apoya la agricultura local y a los agricultores. Si siempre has soñado con vivir en el campo, cuidar de los animales, recoger la cosecha, esto es para ti.
Por supuesto, se prioriza la agricultura ecológica: hay pocas empresas de este tipo, pero existen y siempre están encantadas de recibir invitados.
Es posible que puedas llegar a un acuerdo de trueque: alojamiento y comida a cambio de ayuda completa en la granja. Será duro, pero interesante.
Una gran ventaja del turismo responsable es que es fácil de adaptar a tus intereses y presupuesto. En cuanto al transporte, por ejemplo, incluso es necesario ahorrar: los vuelos no solo son caros, sino que también dejan una gran huella de carbono. La ubicación ideal es aquella a la que se puede llegar a pie o en bicicleta.

Consejos para el viajero responsable
Para concluir, recordemos qué se puede y qué no se puede hacer practicando el turismo cuidadoso.
Ocho actividades que los viajeros cuidadosos evitan:
- picnics – inútiles para la naturaleza;
- caza y pesca – aquí no hay comentarios;
- alojamiento en hotel – la mayoría no cumplen con los estándares ecológicos, aunque lo afirmen;
- vacaciones en la playa en lugares populares – contaminan mucho el suelo, el agua, el aire, dejan toneladas de basura por temporada;
- vacaciones en estaciones de esquí – la infraestructura y los cañones de nieve destruyen el ecosistema, y los hoteles lo contaminan;
- alpinismo, espeleología – alteran el microclima, dañan las rocas;
- vehículos de gasolina y diésel, incluyendo motos de nieve y quads – destruyen el suelo, contaminan el aire, hacen ruido;
- transporte acuático – prohibido por las mismas razones.
Sí, el turismo cuidadoso descarta la mayoría de las actividades que se consideran normales en el ecoturismo masivo. Pero si alguna vez has visto en qué convierten los neumáticos de los quads al bosque o cómo es una playa en temporada alta, estarás de acuerdo: así no se protege la naturaleza.
Cómo viajar para no dañar, sino ayudar a la naturaleza:
- Elige operadores turísticos que trabajen con estándares ecológicos. Comprueba las opiniones y la documentación.
- Lleva contigo botellas reutilizables, termos, recipientes para comida. Bolsas para recoger la basura.
- No salgas de las rutas ecológicas, coloca las tiendas de campaña en plataformas.
- Alójate en casas de los lugareños, compra productos locales.
- Únete a programas de voluntariado, por ejemplo, para limpiar la basura o ayudar a los animales salvajes”.
El turismo cuidadoso puede parecer aburrido: cómo es que no se puede ir a un glamping y dar un paseo en quad. Pero si lo observas bien, es infinitamente más variado e interesante que el ecoturismo masivo. La estética de las cabañas cansa, pero la naturaleza no. Sobre todo si la observas en vivo, y no a través de una ventana panorámica.