¿Alguna vez te has encontrado con personas que brillan tanto con felicidad y positividad que están dispuestas a compartirla con todos? Pero estos “rayos de bondad” no calientan, sino que dañan a quienes los rodean, como si fueran radiación. Así funciona aproximadamente la positividad tóxica.
Si sientes que tus problemas se están menospreciando, quizás se trate de positividad tóxica.
Historia Personal con la Positividad Tóxica
La primera vez que me encontré con esto fue hace muchos años en un centro de estudios. Pero entonces aún no entendía lo que estaba pasando. Una amiga simplemente parecía una “optimista nata”, siempre encontraba algo bueno incluso en la peor situación. Parecía que el éxito la acompañaba en todo.
Al principio pensé que era genial: la chica simplemente “contaba” su alegría a todos y el ánimo se elevaba instantáneamente.
Pero con el tiempo, noté que en compañía de mi amiga me sentía incómodo. Era difícil hablar con ella. Parecía que simplemente no me entendía, sus respuestas eran más o menos así:
- “¿Trabajas los fines de semana? ¡Así ganas dinero mientras los demás están en el sofá!“
- “¿Te olvidaste tu carnet? ¡No te preocupes, podría haber sido mucho peor!“
- “¿No puedes ahorrar para las vacaciones? ¿Para qué? Lo importante es que te alcanza para vivir“.
Al principio pensé que algo andaba mal conmigo. Me comparaba con mi amiga, que vive según el principio de “piensa en positivo, y la felicidad vendrá a ti”, y todo le iba bien.
Ella me aconsejaba hacer exactamente lo mismo. Pero por alguna razón, yo no podía simplemente hacerlo. Todos los consejos de mi conocida se derrumbaban con los más mínimos intentos de aplicarlos en la práctica.
Un día encontré un pequeño vídeo titulado “How toxic positivity leads to more suffering“, donde el orador explicaba por qué sufrimos después de interactuar con “personitas iluminadas”. Después de verlo, entendí que todo eso me pasaba a mí. Simplemente, la positividad era tóxica.
¿Qué es la Positividad Tóxica?
Parecería que ¿qué hay de malo en una visión alegre de la vida? Si una persona piensa en positivo e intenta no concentrarse en lo malo, ¿puede hacerle daño a alguien?
No hay nada malo en tener una visión positiva del mundo. Pero aquí lo importante es no exagerar y entender si corresponde a la situación. Existe un dicho que dice: “la vida no es un lecho de rosas”. Es decir, en la vida hay cosas buenas y malas. Y la positividad tóxica nos hace cerrar los ojos ante los momentos no muy agradables e ignorar los problemas.
“La positividad tóxica son emociones positivas incluso cuando son inapropiadas. Las personas propensas a ella suprimen sus sentimientos desagradables (por ejemplo, ansiedad, ira, envidia, etc.). Esto conduce a consecuencias negativas, como crisis emocionales, insatisfacción con la vida, problemas en las relaciones, etc.”

Diferencias entre la Positividad Simple y la Tóxica
Si una persona simplemente es optimista, ¿acaso también es tóxica?
Para nada. No hay que atribuir esta característica a todas las personas de buen humor. Es importante saber diferenciar la positividad sana de la tóxica.
Vamos a verlo con un ejemplo.
Mariela tuvo un problema: sus vecinos inundaron su apartamento. Ahora tiene que volver a hacer la reforma, tirar los muebles y electrodomésticos caros, y ya no se siente segura en su casa. Compartió la historia con sus amigas.
(1) Kathy se desentendió y dijo que la situación no valía la pena las lágrimas. Podría haber sido peor, ya que el apartamento está asegurado, no se incendió y Mariela todavía tiene donde vivir. Y la reforma es cuestión de tiempo. Lo superará.
(2) Ángela, por el contrario, sintió empatía y luego compartió el número de un abogado experimentado que ayudará a reclamar los daños a los vecinos. También le ofreció a su amiga que se quedara en su casa mientras ella solucionaba las consecuencias de la inundación.
Creemos que ya has entendido la diferencia.
En el segundo caso, la persona no se concentra en “lo positivo incluso en la peor situación”, sino que sabe compadecer al interlocutor y ayuda a encontrar una manera de resolver el problema. Ángela no solo apoyó a su amiga, sino que también ofreció ayuda concreta.
En el comportamiento tóxico, se intenta menospreciar la situación. Por ejemplo, Kathy no intenta entender, sino que simplemente sugiere que no se preste atención a lo malo. Es como si le prohibiera a su amiga sentir emociones negativas. Ahí está la principal diferencia.
A veces, incluso los más cercanos pueden ser “tóxicos”. Observa su forma de comunicarse. Quizás necesiten ayuda externa.
Cómo Reconocerla y Cómo Oponerse
Afortunadamente, es fácil. Tú mismo sentirás que la conversación se ha desviado hacia algún lugar equivocado. Por lo general, después de la conversación aparece una sensación de vacío y la impresión de que el interlocutor no te escucha y no reconoce tu derecho a la tristeza o la ira.
Presta atención a las frases clave, aquí tienes algunos ejemplos populares:
- “No te preocupes / no te lo tomes a pecho / no pienses en lo malo“.
- “No estés triste“.
- “No vale la pena tus lágrimas” / “Llorar es tonto“.
- “Mejor piensa en lo bueno“.
- “No te quejes, hay gente que vive peor que tú“.
- “Debía ser así” / “Olvídalo“.

Si detectas en tu interlocutor (compañero de trabajo, amigo o familiar) “síntomas” de positividad tóxica, aquí hay una sugerencia:
“Intenta hablar de que los sentimientos son importantes, de que cada emoción dolorosa juega un papel evolutivo importante. Por lo general, marca que algo está sucediendo en tu vida y que ese “algo” no te gusta.
Imagina, sin emociones negativas no sabrías lo que podría no satisfacerte, lo que amenaza tu salud o tu vida, lo que te causa dolor, etc.
Una parte importante del trabajo con la positividad tóxica es la voluntad de reconocer que esa “filosofía” de vida destruye las relaciones con los seres queridos. Los comentarios que menosprecian en lugar de compadecerse se parecen más a una burla. La intención parece ser “buena”, pero no es la correcta.
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Habla de tus sentimientos en un tono tranquilo y ofrece una alternativa: ¿qué te gustaría oír en respuesta a tus reacciones emocionales?”
Es genial que cada vez más personas recurran a la psicología para mejorar sus relaciones consigo mismas y con los demás.
Los libros pueden ayudar a comprender las emociones. Afortunadamente, en las tiendas se pueden encontrar muchas publicaciones sobre cualquier tema.
¿De Dónde Proviene la Positividad “tóxica”?
Como cualquier fenómeno en la psicología humana, la positividad tóxica no aparece de la nada.
Susan David, psicóloga clínica, dice:
“La positividad tóxica proviene de la primera infancia, cuando las necesidades del niño de expresión emocional no se satisfacían. Por ejemplo, si el niño lloraba, los padres o educadores lo avergonzaban por ello. Es decir, le mostraban al niño que simplemente no se podían experimentar emociones negativas”.
Según la experta, en la sociedad moderna aún persisten los estereotipos en torno a un determinado tipo de comportamiento. También da ejemplos de actitudes psicológicas que pueden llevar a la aparición de la positividad tóxica:
- Dejar que la gente sepa lo que siento es una muestra de debilidad.
- Las emociones negativas son malas y destructivas.
- Experimentarlas significa no controlarse.
- Todas las emociones dolorosas son resultado de un mal carácter.
- Si los demás creen que mis emociones son incorrectas, no se deben experimentar.
- Las emociones dolorosas no son importantes, debo ignorarlas.
Resulta que la positividad “tóxica” es una forma peculiar de protegerse de las situaciones vitales desagradables que pueden ocurrirle a cualquiera. Además, ayuda a evitar la condena de los demás por su comportamiento “incorrecto”.
Las dificultades vitales a veces pueden desestabilizar. Y nuestra psique intenta siempre llegar al equilibrio, aunque no sea de las maneras más racionales.
La positividad tóxica funciona como un mecanismo de defensa: parece que si piensas en lo bueno, entonces en la vida todo irá bien y los problemas te evitarán. Y si ocurre un problema, no hay que prestarle atención, porque “podría haber sido peor”.
¿Por qué es Dañina?
Como ya hemos mencionado, la positividad tóxica destruye las relaciones con los seres queridos, ya que no todos pueden apreciar el “apoyo”.
Sorprendentemente, el exceso de positividad puede provocar depresión.
Pero ante todo, lo que se ve amenazado es la relación de la persona consigo misma. Cómo se manifiesta:
- Aumenta el nivel de estrés.
- Al prohibirnos experimentar emociones negativas, no nos liberamos de ellas, sino que las acumulamos en nuestro interior. Con el tiempo, comienzan a manifestarse con mucha más intensidad y duración. Esto conduce a un estrés destructivo.
- La persona dirige la negatividad hacia sí misma.
- Si un “positivista” de repente pierde el control y se permite la ira, la tristeza o las lágrimas, comenzará a avergonzarse y a regañarse por su comportamiento “malo”.
- Aparecen problemas de comunicación.
- A quien no es capaz de sentir empatía, es decir, no sabe reconocer las emociones de los demás, le resulta mucho más difícil hacer amigos y tener relaciones románticas.
- Aumenta el riesgo de depresión.
- La “autoprohibición” de las emociones negativas provocará que la persona no pueda controlar su propio estado emocional. Por ejemplo, es muy fácil pasar por alto el comienzo de una crisis y no buscar ayuda a tiempo.
Positividad Tóxica, ¿tiene cura?
Afortunadamente, sí. Se puede deshacerse de este tipo de pensamiento. Pero en casos especialmente complejos, conviene acudir a un especialista experimentado.
¿Por dónde empezar?
- Permítete sentir emociones: Es importante entender que las emociones no se dividen en buenas y malas. El ser humano es un ser complejo, no podemos sentirnos bien constantemente. Por lo tanto, estar triste y llorar también es normal.
- Controla tu estado de ánimo: Lleva un diario especial. Escribe todos los sentimientos, especialmente los negativos, que experimentas durante el día. Y luego intenta rastrear por qué surgió la emoción desagradable, qué sentiste en ese momento y a qué llevó. Analiza si es posible cambiar la actitud hacia lo negativo.
- Aprende a comunicarte de nuevo con los demás: Tendrás que dejar de usar tu antigua forma de comunicación y ajustar tu receptor interno a la frecuencia de las emociones ajenas. Intenta escuchar atentamente al interlocutor, analiza la situación, pregunta: “¿En qué puedo ayudarte?” o “¿Cómo puedo apoyarte?“. Solo a través de la capacidad de comprender tus propios sentimientos podrás ser empático, y esto te ayudará precisamente el segundo punto.
Probablemente, este sea el paso más difícil, y requerirá tiempo. Pero ten paciencia, lo conseguirás. Y si sientes la necesidad, consulta a un especialista.
[…] positivo aumenta la motivación y da fuerzas para vivir un día más. No se trata de una positividad tóxica que te invita a ignorar los problemas y a menospreciar las emociones […]